Los chicos juegan más tiempo que las chicas
- Para jugar a un buen nivel, hay que jugar mucho tiempo
- Cuando se juega mucho, uno va ascendiendo de categoría, y luego es difícil dejarlo, uno siempre trata de ser cada vez mejor jugador
- Su adolescente juega con otra gente en línea. Forma parte de un grupo, una comunidad. Si los demás jugadores del grupo quieren seguir jugando, es difícil abandonar al grupo. Los demás jugadores cuentan con su adolescente para que siga jugando. Si no juega está abandonando a sus amigos
- Ocurre que los juegos no tengan un punto final. Las partidas se reanudan sin fin.
- Algunos juegos se siguen jugando mientras uno está ausente y desconectado, son los llamados “mundos persistentes”. Puede que su adolescente tema perderse algo que está ocurriendo en el juego cuando no está, con lo cual prefiere quedarse delante la pantalla, para que los demás no jueguen sin él. Cada uno desempeña un papel distinto dentro del juego, y a la vez los jugadores están ligados unos a otros; se crea un lazo social. Este mundo persistente se contrapone al mundo real en que vivimos. Los padres deben hablar con el adolescente de la diferencia entre ambos mundos
- Los juegos van cambiando, van siendo actualizados, con lo cual continuamente sale algo nuevo que hacer
- Cuando se juega, uno va entrando en los rankings del juego, y uno siempre está deseando ser cada vez más fuerte que los demás jugadores. Es una motivación potente. Y no hay manera de dejar de jugar
- Cuando se juega y se es el mejor, uno gana estatus. Y el juego además puede resultar superior a la “vida misma”.
Ya cuando uno se siente bien, es difícil dejar de jugar, y durante la adolescencia, a veces,
- uno se siente a disgusto con su vida, pierde la autoestima, y va perdiendo la confianza en sí mismo
- a veces se viven cambios y se sufren crisis, o conflictos, un accidente, una separación, una mudanza, una boda, otro hijo en la familia, etc.
- se puede tener problemas en la escuela
- se carece de apoyo, no se tiene amigos
- uno no tiene aún un proyecto de vida, el futuro no es alentador.